Somos un restaurante mexicano que ha estado atendiendo a sus clientes desde el 16 de diciembre de 1989. Abrimos las 24 horas del día para agasajar a los usuarios que visitan la Carretera Guadalajara a Chapala, en el kilómetro 25. Atendemos turistas, usuarios del aeropuerto, viajeros, familias, gente que anda de fiesta, gente común como tú y yo.
Dicen que cuando uno está enfermo se conoce a los verdaderos amigos, pero también es un buen momento para que se nos ocurran las ideas más ingeniosas y sabrosas. Así le pasó a mi papá, una vez que estaba hospitalizado y de la nada se le vino la ocurrencia de incluir el chilorio con papas en el menú. En cuanto pudo, se fue para Mocorito, Sinaloa, lugar famoso por ese platillo y porque de ahí son los Tigres del Norte.
Don José Lao, un cocinero de origen asiático, aceptó enseñarle a mi papá los secretos para prepararlo de la manera más deliciosa. Con el paso del tiempo le hicimos algunos cambios que mejoraron la receta original, pero aun conserva la esencia y la tradición sinaloense. La gente que va al restaurante siempre dice que es el mejor chilorio que han probado, ya nomás falta que los Tigres del Norte vengan y lo comprueben, “allá en la mesa del rincón”♪
El proceso inicia desde que elegimos el sirloin, el peinecillo o diezmillo y los ponemos en sal durante la noche para que la carne la absorba. Posteriormente se deja secar de 2 a 5 días en sol. Tenemos que confesar que esta receta no la hacemos solitos, nos ayuda la madre naturaleza y hay que darle su crédito, porque la luz del día y el viento son importantísimos para que los jugos de la carne se concentren a la perfección, y al momento de que la curemos en la parrilla con leña de nogal, quede con ese sabor a ahumado y a campo que tanto nos gusta. Esta manera de prepararlo la heredamos directamente del norte del país y se trata de una de las recetas más añejas de nuestra cocina, así es que seguimos paso a paso el camino de la tradición.
Una vez que se deshebra la cecina conseguida, se prepara con huevito, papa, cebolla y chile, pero la mera verdad, nuestros ingredientes especiales en la confección de este platillo son: que le dedicamos el debido tiempo que se merece, y le ponemos todo el corazón.
Los Milagros de Dalila sea la tortilla de harina la principal protagonista de nuestros platillos. También es una herencia ancestral, pues viene desde hace 10,000 años del lejano Egipto, donde domesticaron al trigo para hacerlo bebidas, alcoholes y pan. Cuando llega a México, el ingenio de nuestros paisanos de los estados del norte le da esta opción a la harina traída por los europeos y la transforma del pan a la tortilla, que es riquísima y nutritiva porque contiene minerales y complejo b.
En nuestro restaurante, a través de los años, hemos encontrado una receta propia y una manera muy particular de prepararla, que es ideal para nuestros burritos y que marida de una manera excelsa con los guisos que cocinamos. La preparamos diariamente, sin conservadores ni productos químicos.
La tenemos a la venta para nuestros clientes y estamos orgullosos de nuestra tortilla de harina que es, indiscutiblemente, la más rica y natural de toda la región.
El queso adobera con el que rellenamos los chiles rellenos en nuestra cocina es el más sabroso que se puedan imaginar y, cómo no, si es el famosísimo queso de la “V” que traemos directamente del norte del estado de Jalisco.
Lo mismo pasa con los chiles poblanos que seleccionamos cuidadosamente para obtener los más grandotes y con un sabor sin igual, para que nuestros clientes queden con la pancita llena y el corazón contento.
Se fríen con huevo para darle el característico capeado que a mucho nos encanta y luego los servimos con salsita de jitomate.
Pueden ir al plato, acompañados de frijoles y sopa de arroz, o en un burrito. Como los prefiera ¡son únicos!
Dicen por ahí que sólo las ollas conocen los hervores de sus caldos, y las nuestras están felices cuando preparan el más delicioso de todos: el caldito de res. Para cocinar nuestro cocido, le pedimos a un carnicero local que nos traiga la más selecta de sus carnes, chamberete, que es una carne con hueso que al momento de cocinarse le va dando ese sabor tan característico que solamente se consigue al mezclar los bondadosos sabores del garbanzo, de las calabacitas, los chayotes, ejotes y zanahorias.
El resultado es un reconfortante caldito lleno de nutrientes que acompañado de tortilla de maíz y unas gotitas de limón, le brindan al comensal una deliciosa y energética opción para degustar y que sabe a gloria.
¡Nuestro cocido de res, es sin duda alguna, el paraíso servido en un plato!
Esta capirotada de manteles largos es la que tradicionalmente se conoce en Moyahua y a todo lo largo del cañón de Juchipila hasta llegar a Aguascalientes. Esta versión es la que se sirve en la Cuaresma y en los grandes eventos, como las bodas o las fiestas importantes, cuando el anfitrión desea lucirse con sus invitados. Se prepara un atolito con leche, huevo y canela, que se va untando por capas en el picón, al que se le agrega además nuez picada, vainilla y coco tostado. ¡Una delicia de campeonato! Este postre se sirve frío y lo tenemos únicamente los fines de semana de cuaresma. No se quede con la tentación de probarlo… ¡pero apúrele porque siempre se nos acaba!
Diosito dijo: yo les voy a dar a los mexicanos la semilla del maíz, y ellos sabrán qué hacer con ella. Así es que desde hace cinco mil años, más o menos, el pueblo ha ido domesticándolo para lograr ese invento gastronómico que le ha aportado México a los sabores del mundo: la tortilla. Algunos estudiosos piensan que, en un principio, el maíz fue chiquito, y que se fue seleccionando genéticamente para que ganara tamaño y surgieran diferentes variedades, como lo son el maíz criollo, el verde, rojo, negro, el maíz azul, el maíz morado y el blanco. Se dice que primeramente el maíz tuvo éxito con los hombres y no con las mujeres, y eso fue porque se dieron cuenta que al fermentarlo podían hacer con él tejuino o quizás hasta bebidas espirituosas. Posteriormente fue cuando se le dio uso en la cocina, y desde entonces nos acompaña en todo tipo de celebraciones: en los bautizos, las fiestas, en las comidas, en los tacos, las enchiladas, en las tristezas, de forma casera y de manera industrial. La traemos en nuestra genética: somos orgullosamente el pueblo del maíz.
Probar el Caldo michi al estilo de las monjitas, es disfrutar de una tradición culinaria con más de cinco siglos de antigüedad. Nosotros lo preparamos siguiendo una receta que data de 1585, de un libro de cocina que rescatamos de uno de los conventos más viejos de Guadalajara. En él se cuenta que las monjitas recibían pescados bagres procedentes del entonces lejano Lago de Chapala, cuando todavía lo traían en mulas. En Los Milagros de Dalila, seguimos la tradición al cocinarlo, y lo dejamos secar durante tres horas en una ceniza que nosotros preparamos especialmente para quitarle las toxinas aceitosas. Posteriormente lo tallamos hasta dejarlo completamente limpio, de un color gris, y lo cortamos en filetes enteros para adobarlo y que se quede marinando toda la noche. Al amanecer, prendemos fuego con leña de nogal de nuestra propia huerta y asamos el pescado. A la par, en cocina se prepara el delicioso caldo que trae zanahoria, perejil, apio y un poquito de vino blanco. La magia culinaria sucede cuando se mezcla el bagre adobado y asado, con el caldito, que adopta un tono rojizo. Los aromas y sabores de este platillo conquistan al comensal al momento de llegar a la mesa. Y es que nuestro caldo michi es excepcional, superando al que sirven en restaurantes especializados en cocina de mar. El secreto consiste en la dedicación que ponemos durante todo el proceso… ¡y que cocinamos con mucho corazón.!
Carretera Guadalajara a Chapala Km. 25, 45860
Ixtlahuacán de los Membrillos, Mexico
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